sábado, 14 de agosto de 2010

Volver

El cielo estaba muy negro antes de subir el puerto de Ares, así que paré el coche y me lo pensé otra vez. La tormenta que venia de las montañas del Maestrazgo era muy fuerte y los rayos que caían me aconsejaban dar la vuelta. Me habría fumado un cigarro mientras lo pensaba, pero ya hacia muchos años que deje de fumar.

Abrí la guantera del coche y allí estaba la llave. Era una llave de forja grande y pesada, la llave de la casa del pueblo, la sospese, arranque el coche y subí el puerto. Voy a volver.

Aquella mañana mientras bebía una cerveza frente al mar lo pensé. Mi vida era prestada, vacaciones prestadas en la casa de Cinta en Cambrils. Vivía de prestado, de los amigos, esperando que escampara, a que la suerte me sonriera y me devolviera lo que me quitó. Pero la vida no es así, es otra cosa impredecible.

Al entrar al pueblo la tormenta ya había pasado y todo estaba reluciente recién lavado, el agua corriendo despacio por las calles llevándose los restos del granizo...

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